Principales Indicadores Económicos

La suma de las pequeñas cosas

  • Por Soy502
10 de mayo de 2018, 11:46
La felicidad está en lo simple. 

La felicidad está en lo simple. 

Decidí empezar a escribir esta columna porque necesitaba hacer algo que me diera ilusión (aunque ahora mismo lo que siento es una angustia inenarrable porque ya me pasé del deadline). Así que sepa el lector que estas líneas están escritas con ilusión.

Estaba viviendo una vida desabrida, emocionalmente sosa, había perdido la capacidad de apreciar las famosas pequeñas cosas, que sumadas se convierten en una gran cosa, la más grande de las cosas quizá, el pegamento de nuestra felicidad.

Empecé a reparar en la gente que se ríe todo el día, en los que aplauden por todo, en los que abren los ojos con asombro ante la más mínima sorpresa. Empecé a estudiarlos y descubrí que tienen un generador de ilusión, pieza clave de la mecánica existencial que todos llevamos dentro, pero que a algunos se nos avería por falta de mantenimiento.

La vida es un viaje, cierto, tan cierto como esta frase más gastada que credibilidad de diputado, pero la verdad, lo es. Un viaje largo, en promedio de 75 años, y resulta demasiado temerario hacerlo sin escalas, llevárselas de Lindbergh para cruzar ese océano de tiempo con el combustible justo y sin detenernos.

Escalas. Muchas escalas. Mientras más mejor, porque igual, a los 27, 45, 60, 75 o 120 llegaremos al final. No hay prisa. Entiendo ahora que esas escalas se hacen en islas de ilusión. 

En lugar de vivir con ilusión, vivía con angustia, el antónimo de ilusión. La angustia es la sensación de esperar un evento con temor, permanecer en desasosiego ante la inminente y muchas veces inexistente aparición de un acontecimiento. La ilusión, por el contrario, es esperar algo con alegría, con anticipación de la buena, para culminar en un instante de felicidad: encontrarnos en ese espacio esperado.

Descubrí gente a la que le hace ilusión ver qué le pusieron de almuerzo, qué se va poner hoy, ir a tomar un café con un amigo. Ilusión por volver a casa.  Ilusión todo el día, ilusión los tres tiempos, ilusión a granel. 

Diez escalas al día, por tres al año que hacemos muchos. Las vacaciones de medio año, ver a mi niña cada seis meses y la jodida final de la Champions que hace tres o cuatro años a los barcelonistas no se nos da tan seguido, ¡maldita sea!. Jodido vivir así, se puede, pero no se debe. 

El enamorado vive ilusionado. De ahí la sensación de caminar entre algodón de azúcar todo el tiempo cuando alguien nos tiene cacheteando la banqueta, como chorizo en tienda o babeando miel de abeja. El colgado se ilusiona ante la posibilidad de una llamada, un encuentro, un mensaje de texto, ¡una “nude”! Ir a comer con ella, ir al cine con él, conocer a sus viejos, ir a la primera boda juntos. Todo es ilusión que debe ser aprovechada mientras dure, porque sabemos que con el tiempo y la costumbre se va desvaneciendo hasta que sentimos al otro enrollado como boa en el pescuezo.

La ilusión es el alimento de los idealistas, la esperanza de los creyentes y la determinación de los valientes. Si la angustia es mayor que la ilusión, no vale la pena.

Yo, paquélevoamentir, no soy de esa gente ilusionada, probablemente jamás lo sea, no está en mi ADN, no me criaron así, pero ya tampoco soy de esa otra gente, de esos a los que solo les mueve la aguja las grandes cosas, los planes de vida faraónicos, los sucesos mayúsculos. Ya nel. Sí no manejo esos niveles de ilusión, pues me disfruto la ajena y qué. Si se sufre penajena, que se disfrute la ilusión ajena también.

Hace no mucho publiqué un tuit, me salió del corazón directo a los pulgares. Cuando sentí ya había alcanzado a un millón de personas, porque lo escribí con ilusión para reconocer el mérito de la gente que vive con ese sentimiento maravilloso.

Aquí pueden verlo, leer el hilo de comentarios sobre cada pequeña cosa que activa el generador de ilusión en miles de personas. Es lindo.

A veces, en especial cuando nos aburrimos durante el viaje, hay que hacer la suma de las pequeñas cosas, la contabilidad esencial. El resultado siempre será ilusionante. Se vale y está bien.

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